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¿Qué es presión fiscal?

La presión fiscal mide la cantidad de impuestos que paga tanto el consumidor como las empresas, es un porcentaje que se obtiene del cociente entre lo recaudado y el PIB (Producto Interior Bruto).

La presión fiscal de un país es la cantidad de dinero que ingresa la Administración Pública, en concepto de tributos, de las economías domésticas, empresas y otras organizaciones.

Para medir la presión fiscal, habrá que usar una variable como referencia, es decir, si el Producto Interior Bruto es de 100 y el total de impuestos pagados es el 20, entonces diremos que la presión fiscal es del 20%.

Dentro de la presión fiscal tenemos que incluir todos los tributos, todos los contribuyentes y la cantidad que no se paga, pero que debería pagarse, es decir, la evasión fiscal.

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¿Cómo calcular la presión fiscal?

La fórmula para calcular la presión fiscal es:

Si dividimos los ingresos procedentes de las obligaciones tributarias entre el Producto Interior Bruto, nos dará un resultado que irá entre el intervalo (0,1), que al multiplicarlo por 100, nos dará un resultado en porcentaje.

¿Qué causa que la presión fiscal sea menor o mayor?

Si suponemos que el Producto Interior Bruto (PIB) se mantiene constante y aumenta el pago de los tributos, claramente aumentaría la presión fiscal.

Pero, ¿por qué la presión fiscal es diferente en cada país?:

  1. Por la estructura que tenga el sistema tributario.
  2. Por el tipo de políticas económicas.
  3. Por la demografía.
  4. Por la organización del sistema económico.
  5. Por el desarrollo del país.
  6. Por la cultura.
  7. Por el carácter de las Administraciones.

Supongamos un país que tiene un PIB de 100.500 millones de euros y unos ingresos totales fiscales de 11.250 millones de euros, ¿qué Presión Fiscal tendría este país?

Lo que quiere decir, que el 11,20 % de la producción de este país se destina a pagar impuestos.

Según los datos publicados, en el año 2018, España tenía una presión fiscal de 34,4%, donde por primera vez, superó la media establecida por la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), estimando que el mayor peso en los ingresos fiscales había correspondido a la recaudación de la Seguridad Social, con un 34%, frente al 26% de la OCDE.

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