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¿Qué es gestión pasiva?

La gestión pasiva, también conocida como indexación, se refiere a una estrategia de inversión que busca replicar y mantener los rendimientos de un índice de mercado específico.

La gestión pasiva se caracteriza por su enfoque a largo plazo y la minimización de costes operativos y de transacción.

A diferencia de la gestión activa, donde se realizan inversiones basadas en el análisis y predicciones de los mercados, la gestión pasiva se apoya en la teoría de que es difícil, y a menudo costoso, tratar de superar constantemente el rendimiento del mercado. Por tanto, se opta por una estrategia que se alinea con la evolución de un índice bursátil, aceptando los retornos de mercado tal y como son.

Beneficios y Ventajas de una gestión pasiva

Una de las ventajas más notables de la gestión pasiva es la reducción de las comisiones y gastos asociados a la gestión de inversiones.

Al replicar un índice, estos fondos requieren menos investigación y operaciones de compra-venta, lo que se traduce en menores costes para el inversor. Además, estas estrategias suelen ofrecer una mayor transparencia y una previsibilidad más consistente, puesto que su composición y rentabilidad están directamente ligadas a la del índice que replican.

¿Cómo funciona una gestión pasiva?

La gestión pasiva funciona mediante la creación de fondos de inversión o ETFs (Exchange-Traded Funds) que replican los activos y la distribución de un índice de referencia.

Esto significa que si un índice bursátil sube o baja, el valor del fondo de gestión pasiva hará lo mismo en una proporción muy similar. La idea es que al replicar la composición del índice, se logran los mismos resultados sin necesidad de realizar un seguimiento activo de las inversiones.

Ejemplos prácticos de gestión pasiva

Ejemplo 1: Imaginemos que queremos invertir en un fondo que replique el comportamiento del IBEX 35, el principal índice bursátil de referencia de la bolsa española. Al optar por un fondo de gestión pasiva, nuestro capital se invertiría en las 35 empresas que componen el índice, con el mismo peso que tienen dentro del índice. Si el IBEX 35 incrementa su valor, nuestro fondo, siguiendo una gestión pasiva, también lo haría.

Ejemplo 2: Pensemos en un ETF que trace el S&P 500, que es un índice que incluye las 500 mayores empresas cotizadas en las bolsas de Estados Unidos. Al comprar participaciones de este ETF, estamos invirtiendo de manera indirecta en estas 500 empresas, distribuyendo el riesgo y siguiendo la evolución general del mercado estadounidense.

Diferencias entre gestión pasiva y gestión activa

Es importante diferenciar la gestión pasiva de la gestión activa, su contraparte.

Mientras que la gestión activa implica un análisis constante del mercado y decisiones frecuentes de compra y venta, buscando superar el rendimiento del mercado, la gestión pasiva se mantiene fiel a su índice de referencia.

El gestor pasivo no intenta predecir qué acciones subirán o bajarán de valor, sino que sigue la composición del índice en el tiempo, sin cambios frecuentes en la cartera de inversión.

 

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