¿Qué es pasivo corriente y no corriente?
Cuando hablamos de pasivo corriente y no corriente, nos referimos a dos tipos de obligaciones que las empresas tienen y que son fundamentales para entender su salud financiera.
¿Qué es el pasivo corriente?
El pasivo corriente, también conocido como pasivo circulante o deuda a corto plazo, representa todas aquellas obligaciones financieras que una empresa debe liquidar dentro del periodo de un año desde la fecha del balance.
Incluye, entre otros, cuentas por pagar, líneas de crédito, impuestos y salarios pendientes.
Es un indicador clave de la liquidez de una empresa y de su capacidad para enfrentar sus compromisos a corto plazo.
Componentes del pasivo corriente
- Cuentas por pagar: Son las deudas que la empresa tiene con sus proveedores por productos o servicios adquiridos.
- Préstamos bancarios: Cargas financieras que deben ser saldadas en menos de doce meses.
- Impuestos por pagar: Incluye todos los impuestos que aún no han sido pagados y que corresponden al periodo fiscal actual.
- Obligaciones con empleados: Tales como salarios, bonos o indemnizaciones que deben ser pagadas en el corto plazo.
¿Qué es el pasivo no corriente?
Por otro lado, el pasivo no corriente o deuda a largo plazo, se refiere a todas aquellas obligaciones que tienen un vencimiento superior a un año.
Estas deudas no precisan de liquidez inmediata, lo que permite a la empresa planificar su estrategia financiera a largo plazo sin presión. Incluyen préstamos a largo plazo, emisión de bonos y otras obligaciones financieras a más de doce meses.
Componentes del pasivo no corriente
- Préstamos a largo plazo: Deudas financieras con vencimiento mayor a un año.
- Emisión de bonos: Títulos de deuda que la empresa emite para financiarse y que tienen un vencimiento a largo plazo.
- Obligaciones por arrendamientos: Relacionadas con contratos de leasing o alquiler de equipo donde los pagos se extienden por varios años.
- Provisiones para pensiones: Reservas que la empresa debe constituir para cumplir con las pensiones de sus empleados en el futuro.
Diferencias clave entre pasivo corriente y no corriente
Las principales diferencias entre el pasivo corriente y el pasivo no corriente radican en el plazo de vencimiento y la liquidez.
Los pasivos corrientes deben ser liquidados en el corto plazo, lo que implica que la empresa necesita disponer de liquidez o capital de trabajo para cumplir con estas obligaciones.
En cambio, los pasivos no corrientes ofrecen una perspectiva a largo plazo, permitiendo a la empresa gestionar sus recursos financieros con mayor flexibilidad.
Importancia de la gestión del pasivo corriente y no corriente
Una correcta gestión de los pasivos corrientes y no corrientes es fundamental para el equilibrio financiero de una empresa.
Por un lado, si una empresa presenta un alto nivel de pasivo corriente, puede indicar problemas de liquidez y riesgo de insolvencia.
Por otro lado, un exceso de pasivos no corrientes puede señalar una política de financiación excesivamente conservadora que podría limitar su crecimiento. Por ello, es esencial mantener un balance óptimo entre ambos tipos de pasivo.
Ejemplos prácticos sobre pasivo corriente y no corriente
Ejemplo 1 – pasivo corriente:
Imaginemos que nuestra empresa, «Tech Innovations S.L.», debe enfrentar el pago a proveedores de material informático por un importe de 30.000 euros en los próximos tres meses. Además, debe abonar salarios por 10.000 euros mensuales y tiene una deuda con el banco por un préstamo a corto plazo de 20.000 euros que vence en seis meses. Todo esto conforma parte de nuestro Pasivo Corriente, que debemos gestionar para asegurar la operatividad de la empresa a corto plazo.
Ejemplo 2 – pasivo no corriente:
En el caso de «Energías Renovables SA», han decidido expandir su planta de producción mediante la adquisición de maquinaria. Para financiar dicha expansión, han tomado un préstamo a 10 años por 200.000 euros. Además, han emitido bonos a 15 años por un valor de 100.000 euros. Estas son obligaciones que forman parte de su Pasivo No Corriente, ya que su vencimiento excede el año fiscal actual y permite a la empresa afrontar la inversión con una visión de futuro.
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